Por Javier Garza Ramos
Los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas han formado un bloque para tratar de encontrar soluciones regionales no frente a la violencia o la pandemia, sino de cara a un reto igualmente complejo: el desdén que perciben del presidente Andrés Manuel López Obrador. En este prolijo relato quedan en evidencia por qué esos mandatarios piden no solo la revisión del pacto fiscal, sino ser tomados a la hora de definir la fecha de retorno a clases: ya han dicho que no irán con el calendario que imponga la SEP federal
Llevan ocho reuniones, pero el “teléfono rojo” no ha sonado.
Desde hace dos meses, los gobernadores de Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas se han reunido cada semana para articular una respuesta conjunta a la epidemia de Covid-19 ante la falta de coordinación con el gobierno federal. Los encuentros han sido no sólo públicos sino destacados en distintos informativos. Sin embargo, no atraen la atención de Palacio Nacional. Antes han logrado que otros dos gobernadores se sumen a sus conversaciones, y que éstas ahora incluyan temas estructurales, como la relación económica de los estados con la federación, y no sólo sobre la pandemia.
Para gobiernos estatales, la llegada a México del nuevo coronavirus ha consolidado tres escenarios: Los estados aprecian su real dimensión la óptica centralista del presidente Andrés Manuel López Obrador; la falta de interés de su gobierno para coordinarse con entidades no gobernadas por Morena, y el desdén federal para cambiar el presupuesto a fin de aliviar regionalmente el impacto de la crisis económica que viene.
Miguel Ángel Riquelme, de Coahuila; Jaime Rodríguez, de Nuevo León, y Francisco García Cabeza de Vaca, de Tamaulipas, son tres mandatarios con muy diversos orígenes políticos. El primero se hizo en la operación electoral, el segundo en la política agraria y el tercero viene del ámbito empresarial. Hoy los une un hecho de otra naturaleza. Ninguno milita en Morena, por lo que han tenido que convivir con un presidente que no los ve como aliados.
De acuerdo con una fuente cercana a los encuentros que desde marzo sostienen estos tres gobernadores del noreste, los mandatarios
“se quejan de que los secretarios con los que hablan no resuelven nada y cuando ven al presidente todo queda en plática. No hay con quién hablar en el gobierno”.
Para ellos, las videoconferencias que han mantenido con funcionarios federales no se han traducido en apoyos.