Por JACQUELINE PONCE LEÓN
Lula tiene 40 años, es una migrante indocumentada que hasta hace poco vivía con relativa tranquilidad en la ciudad de Houston, Texas. Como muchos otros mexicanos, carece de papeles para trabajar en Estados Unidos. No es lo ideal, y lo sabe, pero se las arreglaba para ganarse la vida en el mercado de los bienes raíces hasta que llegó el coronavirus.
El trabajo de Lula consistía, desde hace dos años, en buscar gangas inmobiliarias, perlas raras que con un poco de dinero y trabajo se convirtieran en inversiones rentables para el comprador.
Lula accede a contar a Conexión Migrante cómo le cambió la vida la pandemia, pero sin revelar su verdadero nombre debido a su situación migratoria.
“Hasta hace poco, mi trabajo era identificar opciones inmobiliarias interesantes y luego me ocupaba del marketing, es decir, publicaba fotos en las redes sociales y contestaba los comentarios que llegaban. Si alguien estaba interesado en comprar una casa, lo contactaba con mi esposo, quien sí es agente inmobiliario formal y puede además gestionar créditos para los clientes”.
Hoy, confinados
En Houston, Texas, se registraron 5,200 casos de contagio y 72 muertes por coronavirus hasta el cierre de marzo.